lunes, 1 de febrero de 2010

Salgan de mi cuerpo



La desesperación por encontrar la puerta interdimensional que me traslade al entendimiento de mi cuerpo me obliga a hurgar en las entrañas inhóspitas; entradas y salidas de la energía prisionera, caminos bloqueados por derrumbes de historias viejas y enmohecidas.


¡Salgan de mi cuerpo, regresen a su hogar!

Siento al insecto caminando dentro de mi frente, de un momento a otro podría salir por mi ojo izquierdo sacando una a una sus pequeñas patitas  largas, y entonces conoceré al responsable de este injerto.

Pero el insecto no sale, resulta que después de tantos años ha tomado como hogar mi cuerpo. A veces, en un estornudo puedo sentir como una de sus patas resbala  por mi oreja.


¡Salgan de mi cuerpo, entes ajenos!

En la desesperación por encontrar la puerta interdimensional que haga salir el caos de mi cuerpo clavo mi dedo indice por mi cavidad ocular, sí, prefiero perder mi ojo izquierdo para sacar al insecto que me controla y me enferma.

Y cuando me he desecho el ojo me doy cuenta de que el insecto me ha jugado una broma haciéndome creer que por fin lo tenía.

¡Mira lo que me he hecho!

Llevo mis palmas a mis ojos, lloro, sí, por fin lloró, porque ahora me doy cuenta de mi creciente ceguera.


¡Mira lo que me hecho!

Me digo para recordar el origen.

¡Mira lo que me hecho!

Me digo para olvidar el pasado.

He abierto el portal de los sentimientos y me he liberado de la guerra.



[Fotografía diseño de mándalas, fuentes varias anónimo, internet]